Hace ya unos años que la deshidratación entró con fuerza dentro de las técnicas empleadas por los
cocineros.
Los deshidratadores, por su facilidad de uso, rendimiento y diferentes posibilidades de empleo abren al profesional una nueva manera
de preparar alimentos y generar texturas crujientes con mayor precisión, sustituyendo el horno como
secador.
Las principales diferencias entre la mayoría de los aparatos que existen
en el mercado residen en el tamaño, capacidad y en el material de
construcción. Pero casi todos los deshidratadores tienen la misma forma
de funcionar. Estas unidades generan el calor en la parte inferior
apilando las diferentes bandejas redondas perforadas donde se
distribuyen los alimentos.
Su sistema de reparto de calor permite el deshidratado de todo tipo de alimentos (quesos, carnes,
pescado y moluscos, verduras y frutas, especies, setas, flores, pastas,
etc.) además de sus posibilidades a la hora del deshidratado de salsas,
cremas, yogures, quesos, espumas, mousses, masas, etc.
Es posible controlar con precisión el grado
de deshidratación, rapidez, e incluso mantener condiciones de
seguridad alimentaria, ya que pueden ceñirse a las normativas de
seguridad e higiene (dehidratado de productos con riesgo alimentario) y
variar la temperatura a medida que va disminuyendo el grado de
humedad, dando al producto un toque más crujiente, menos requemado y
más saludable.
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